La
Hasta diecisiete generaciones de burócratas han causado cuantiosas pérdidas de documentos de la colonia, de la federación y de la república durante cuatro siglos y parece que todavía no hay manera de acabar con tal política y actitud, a pesar del convenio de Guatemala con la UNESCO del año de 1949, estipulando la organización de archivos públicos, su mantenimiento y acceso para la ciudadanía y extranjeros, cuyo cumplimiento incumbe al Consejo Internacional de Archivos de la UNESCO en París pero todavía tarda su plena implementación; las faunas locales universitarias de humanidades, particularmente del campo de historia nunca se daban aludido para tal tarea.
Los fondos documentales de la Audiencia de Guatemala estuvieron, después de la colonia, a cargo del Ministerio de Gobernación hasta 1969, cuando pasaron al Ministerio de Educación, y finalmente en 1986 al nuevo creado Ministerio de Cultura, entidades burocráticas plagadas de ineptitud, acostumbradas a la desidia y a la incuria que solían meter o mantener a cualquier hijo del vecino en el Archivo General de Gobierno (AGG), creado en 1846, en 1968 renombrado Archivo General de Centroamérica (AGCA), durante casi un siglo nada mas que un hacinamiento de papeles polvorientos y resquebrajados , responsables de abandono, relajo y pérdidas documentales, cf. Apéndice.
Los acervos documentales de la Real Audiencia de los Confines/Guatemala a partir de 1543 y desde 1570 cuando tal institución volvió definitivamente a Guatemala ( cuyos límites eran Nueva España y Nueva Granada) y casi todas sus jurisdicciones sufrieron considerables perdidas : La propia provincia de Guatemala, incluido en ella las tres alcaldías mayores de Chiapas y de San Salvador (la primera totalmente destruida por tropas en 1863 y la segunda devastado por un incendio en 1889 respectivamente y la de Sonsonate con papeles guardados solo de los últimos cincuenta años de la colonia ), perdió el grueso de sus fondos del siglo XVI y de la primera mitad del siglo XVII ; la gobernación de Soconusco quedó como tabula rasa, inclusive sus archivos parroquiales; de la de Nicaragua, inclusive Nicoya sólo tenemos documentos a partir del año 17oo y la de Honduras también perdió la masa de sus papeles del primer siglo y medio de su existencia, de manera que sólo la gobernación de Costa Rica conservó su acervo, agravado por enormes perdidas documentales en el sureste de Nueva España ( Vera Cruz, Tehuantepeque y Tabasco ) y en la isla de Santo Domingo, figurando como conjunto de jurisdicciones documentalmente más devastado de las Indias Occidentales de antaño.
A no ser por una persona particular, J. Joaquín Pardo Gallardo, un maestro capitalino, nacido fin de 1905, autodidacta cuya curiosidad le llevaba en sus vacaciones a partir de 1931 de poner en orden para clasificar cerca de 93 por ciento de expedientes coloniales entonces todavía existentes ( topándose dos años mas tarde por sorpresa y escándalo con el Acta de la Independencia , traspapelado desde unos setenta años, faltando poco que no diera con sus huesos en la tencha por la ira del chafa Ubico, molesto de no haber sido informado primero ) y dispersos en diferentes dependencias, mismo algo antes de ser nombrado en agosto de 1935 director del entonces AGG, desarrollando una labor encomiable con medios muy limitados ( p. ex. la madera para los muebles del fichero era regalo de un benefactor, propietario de un aserradero y uno de los muy pocos usuarios del AGG en los años treinta), asistido por tres empleados (un telegrafista, un amanuense y un zapatero) durante unos veinte años, cambiándose los fondos en 1956 para el nuevo archivo, un edificio poco funcional, pobrisimamente equipado y con un puñado de personal sin preparación , nada se hubiera rescatado , iniciándose con su enfermedad final y muerte prematura finales de julio de 1964 otra temporada larga de un cuarto de siglo de abandono, desmadre, ratería, huebonería y despilfarro en sinecuras como el puesto creado en 1959 para un vice-director en la persona de Rigoberto Bran Azmitia.
Se nombraron sucesivamente a una docena de personas improvisadas, como a nadie se había capacitado en tres décadas – algo incomprensible de la parte del Sr. Pardo para no hablar del Ministerio de Gobernación – periodistas, un egresado de El Colegio de México, un maestro, una persona del sector bancario y unos docentes de la facultad de humanidades de la USAC, a director, un puesto malpago y hasta sólo de medio día un tiempo, que no podían con ese paquete, quedando el AGG/AGCA como basurero de la administración pública de un círculo vicioso de burócratas improvisados y irresponsables, meros desastres ambulantes , con las consecuencias arriba señaladas.
La documentación colonial del AGCA ya se dividía durante el régimen colonial en dos partes, la de Guatemala/Real Audiencia y la de Papeles remetidos de provincias a Guatemala. Las dos partes se dividen cada una en tres ramos: Primero en Superior Gobierno ( la administración civil menos la Real Hacienda ) ,segundo en Capitanía general y tercero en la Real Hacienda , tal cual como se habían formado; Joaquín Pardo creó inicialmente como cuarto ramo el Real Patronato, pero cambió de opinión y lo metió como sección once en el ramo uno, poniendo el único legajo de Inquisición en su lugar, sólo en la parte Guatemala/Real Audiencia. Los ramos contienen un número variable de secciones y varias secciones se dividen en subsecciones. En el concepto de la clasificación hay que señalar un error : La sección sesenta del ramo uno, “Piratería” debería figurar como “Junta de Guerra” en el ramo dos, capitanía general.
El registro o sea la numeración de expedientes es exclusivamente por ramo, del número uno al tanto (con la particularidad que solo en el ramo uno de Guatemala/Real Audiencia hay varios hiatus con paquetes de números de expedientes que se complementan) , figurando como expedientes aislados, subseries y serie principal como en el caso de juicios, tierras, probanzas ,protocolos etc., como se puede ver en los boletines del AGG y en el propio fichero ; otro detalle consiste en que Pardo daba inicialmente a toda escritura notarial un número de expediente, pero pasado unos pocos libros de protocolos, desistió y seguía dando un número solo al libro entero de protocolos.
En la parte Guatemala/Real Audiencia sucedieron unos 48oo expedientes mal clasificados : Unos 4500 juicios criminales que debieran figurar en el ramo uno, sección quince (A 1.15) fueron metido en el fuero militar, ramo dos, sección dos (A 2.2), correspondientes al los legajos 125 al 289, menos el legajo 196 , milicias (A 2.6) ; una centena de expedientes, penas de cámara, un concepto hacendario (A 3.39) pararon en la escribanía de cámara, (A1.19) y un número corto de expedientes como juicios, fascículos de protocolos y mortuales terminaron en secciones equivocadas del mismo ramo uno ; aparte localizamos docenas de expedientes o partes de expedientes no clasificados entre lo clasificado; tales expedientes fueron intercalados por su servidor y llevan un número de expediente seguido de una letra A ,B,C etc.
El fondo Papeles remetidos de provincias fue clasificado por Pardo y catalogado por su tocayo, el zapatero Alvarado; consultando un número reducido de legajos no hemos encontrado errores de clasificación y según compañeros investigadores parece que hay pocos errores de catalogación.
El Sr. Pardo no terminó de clasificar lo colonial, dejando unos diez mil expedientes o partes de expedientes de la parte Guatemala/Real Audiencia amontonados que mas tarde fueron metidos en unos 160 bolsas plásticas, tamaño periódico en el cuarto nivel del depósito. De esta cantidad su servidor clasificaba de 1992 al 1995 unas 70 bolsas llenas de unos cuarenta mil hojas , más que todo partes de expedientes, la masa de la Real Hacienda de los últimos 60 años de la colonia con varias bolsas de papeles desbaratados de la federación y de la república. Por empleados del AGG/AGCA en tiempo de Pardo y usuarios sabemos que él se había enterado del error de clasificación de eses miles de juicios criminales arriba mencionado y de equivocaciones en el registro / catalogación pero nunca procedía a corregirlos, sin duda cuando el ramo era equivocado y hubiera exigido una renumeración ; precisamente por eses múltiples errores el Sr. Pardo no procedió a imprimir el Indice colonial, 149.101 expedientes signatura A y 1250 exp. signatura B 1 al B 4.9 , elaborado en los años 1933 al 1946, mecanografiado en unos 11,600 páginas sólo el original, mas dos copias repartido probablemente en seis tomos ramo uno, un tomo ramo dos, tres tomos ramo tres para la parte Guatemala /Real Audiencia y posiblemente dos tomos para San Salvador y un tomo para cada una de las cuatro otras jurisdicciones y para el Peten para el fondo Papeles remetidos de provincias , totalizando 17 tomos el original y 34 tomos para las dos copias, extraviados después de la muerte de Pardo en fecha no conocida, como los sucesivos directores no lo denunciaron ; sólo se encontró una pequeña parte de una de las dos copias.del Indice colonial que permitía calcular el número total de paginas; para escribirlo a máquina se contrató a una señora, llevando mas de dos meses.
Para consultar el fondo colonial (como Pardo no quiso dar acceso al propio Indice colonial a los usuarios) él y varios empleados elaboraban durante mas de una década y media un fichero, consistiendo en tres partes: primero la parte, Guatemala/Real Audiencia, donde secciones y otros asuntos temáticos encabezados por fichas-guias, irrespectivamente de los tres ramos figuran alfabéticamente, de A-bogados al Z-ona arqueológica, fichas matrices y fichas de referencia mezcladas, mientras la segunda parte, Papeles remetidos de provincias, dividida en seis apartados, Chiapas (1), Peten (2), San Salvador (3), Honduras (4), Nicaragua( 5) y Costa Rica(6), trae las fichas según sus tres ramos y sus respectivas secciones del número uno al tanto y subsecciones ; la tercera parte -seis muebles- forma el fichero onomástico, común para la colonia, la federación y primeros años de la república . Cada ficha trae cuatro elementos: Signatura, contenido resumido del documento, fecha y registro (número de legajo y de expediente).
Del fichero , constituido de 149.101 fichas matrices, que correspondían a igual numero de expedientes coloniales clasificados y de unos cuatrocientos mil fichas de referencia ( derivadas de fichas matrices ) de cuatro tipos, cronológico y geográfico , ambos juntos unos quince mil y de la gran masa de fichas de tipo temático y onomástico , colocados en veinte y dos muebles, incluido un mueble para impresos , cada mueble de 56 gavetas de dos tamaños , unas para 550 fichas y otras del onomástico de 650 fichas , total unos 550.000 mil fichas para la colonia y no hasta cinco millones como algunos trasnochados fantaseaban , se extraviaron después de la muerte de Pardo varias centenas de fichas matrices como en la A 3.2 Chiapas, sueldos y hasta cinco mil fichas de referencia de varias docenas de secciones y subsecciones mas que todo del ramo uno, con la vana intención de borrar evidencias de centenas de expedientes volados , algo ingenuo de parte de los rateros, ya que para conocer el sistema de clasificación y el registro de expedientes coloniales, sólo se precisa recombinar las fichas matrices según las dos partes Guatemala/Real Audiencia y Papeles remetidos de provincias según sus respectivos cuatro y tres ramos , complementando centenas de fichas matrices extraviadas por otras de referencia, tanto que existen, ya que Pardo sólo para algo mas de la mitad de expedientes coloniales ,o sea unos ochenta y pico mil expedientes había hecho uno que otro tipo de fichas de referencia, con criterios cambiantes, lo que dificultaba a los rateros de desaparecer todas las fichas, la matriz y hasta las cuatro fichas de referencia respecto a un mismo expediente. Para la mayoría de expedientes del ramo tres, Real Hacienda, como Reales cuentas (A 3.1) y la contabilidad de los estancos no se hacían fichas de referencia, tampoco para los varios miles de juicios criminales, que por error figuran en el fuero militar, A 2.2 ; por otro lado Pardo elaboraba unas doce mil fichas temáticas de disposiciones de Reales Cédulas y Reales Provisiones, 23 gavetas del mueble ocho, “Legislación” y centenas de fichas de escrituras notariales.
.
Para que el público tenga una idea completa del esquema de clasificación de la parte Guatemala/Real Audiencia y de su registro de expedientes por cada ramo hay que saber que hasta todas las fichas matrices de varias subsecciones del ramo uno desaparecieron como la A 1.5.4 Real Consulado, la A 1.7.6 hospitales, la A 1.12.3 misiones, las A1.16.1,2,6 ,8 al 17, 19,20,21 gremios; las A 1.17. 5 al 8 Relaciones geográficas, las A 1.18.1, 4 y 5 Relaciones históricas, casí todas de veinte subsecciones de A 1.19 escribanía de câmara, la A 1.29.6 probanzas, la A 1.30.16 residencias,la mayoría de la A 1.58 imprenta , la A 1.68.5 juegos, la A 1.69.4 doradores y además todas las fichas matrices de la sección A 1.81 y también numerosas fichas matrices y de referencia de la sección A 1.80 mapas y planos ; para averiguar su denominación habría que proceder al chequeo sistemático de los 108.333 mil expedientes clasificados, parte Guatemala/Real Audiencia en el depósito. Aparte habría que eliminar el subregistro y corregir todavía hasta mas de cuatro mil fichas matrices de expedientes mal catalogados (breve resumen del contenido y fecha), principalmente juicios civiles y criminales de los últimos sesenta años de la colonia y todavía un número mayor de fichas de referencia y habría que númerar a las hojas de cada expediente, omisión que los rateros aprovecharon de quitar en tantos expedientes tantas hojas, constatado en micropelículas que la universidad McMasters /Canadá hacía durante los años 1970 al 1977 de sólo unos 144,000 expedientes coloniales, exclusivamente signatura A, según el conteo de tomas de fotografías, hecho por ella misma. Copias de eses micropelículas se entregaron al AGCA donde los descuidaron de propósito.
La ignorancia de la labor archivística de Joaquín Pardo, específicamente del sistema de clasificación colonial entre investigadores chapines y extranjeros, se refleja en varias publicaciones sobre el AGCA, particularmente en el hecho de no mencionar el Indice colonial de Pardo, a pesar de referirse a él claramente Robert Chamberlain (Handbook of Latin American Studies 2(1936), pág. 390 ) y haber casi seguro hojeado lo hasta entonces elaborado, unos cuatro tomos en sus dos visitas al AGG en 1936 y 1937 ( para setiembre de 1938 Pardo ya había formado ocho tomos de la parte Guatemala/Real Audiencia ) , como en el cuaderno de Norma García Mainieri, Situación archivística actual de Guatemala, USAC, 1980, o en el Guía del AGCA de Jorge Luján Muñoz de 1982. Se ha llegado a dudar de la existencia de tal Indice colonial, como en la contribución de Christopher Lutz y Stephen Webre para el libro de Kenneth Grieb, The archives of Central America and the Caribbean (1985). En su libro-informe sobre el AGCA, Madrid, 1991 Pedro López Gómez, no pierde ni una palabra al respecto. Eses autores ni siquiera consultaron las Memorias de la secretaría de gobernación de los años 1934 en adelante, particularmente las para el año 1938 y mucho menos el propio archivo administrativo del AGG para documentarse y tampoco hacían un recuento del registro de expedientes en base del fichero, para proporcionar el número de expedientes coloniales clasificados. Jorge Luján Muñoz además no se enteró del doble hiatus en la numeración de legajos del ramo uno , Guatemala/Real Audiencia , de 3100 al 3999 y de 6120 al 6919, abultando el número de legajos en 1700 ! Todos como también Clodoveo Torres Moss en LA HORA de noviembre de 1979, se contentaron simplemente con el resumen parcial que Pardo había hecho en 1946 en el Boletín del AGG, enumerando sólo 44 secciones (de las 82) del ramo uno, seis secciones (de las 19 ) del ramo dos, con todas las 39 secciones de la Real Hacienda (ramo tres), todas de la parte Guatemala/Real Audiencia, publicado en los diez números del dicho Boletín con casi diez mil expedientes, la decimaquinta parte del total de los expedientes coloniales clasificados por Pardo . Aurelio Tanodi solamente retoma para su artículo en el Boletín Interamericano de Archivos, vol. VII, Córdoba, Argentina, 1980, una parte del informe, veinte páginas sobre el AGG encontrado por él en el AGCA en 1977, del total de 31 páginas, de Ma. Teresa de la Peña Marazuela de 1967, sin haber hecho un esfuerzo de obtener de la autora la parte desfalcada, las primeras once páginas, igual que Pedro López Gómez una docena de años más tarde.
Los miles de errores de clasificación y de catalogación en el Indice colonial pasaron a las medio millón y cinquenta mil fichas que todavía no permiten una investigación sistemática, los expedientes extraviados y unos noventa bolsas de papeles coloniales no clasificados a parte, llevando además a un sobremanejo innecesario de la documentación en consultas frustradas.
Cuando me constaba a principio de 1984 que no se encontraba el” Indice colonial,” sea que se lo había extraviado, sea que el personal del AGCA no lo quería producir por centenas de expedientes robados, me metía a rehacer el esquema de clasificación colonial, recomponiendo el fichero colonial, donde habían causado relajo en diferentes muebles y gavetas, sacando un montón de fichas- guías de su posición encabezando secciones y subsecciones para desorientar a los usuarios, corrigiendo varios miles de fichas, cuyo breve resumen del contenido de expedientes no correspondía y clasificando también un montón de expedientes y partes de expedientes no clasificados entre expedientes clasificados.
Un día, creo en Agosto de 1987 , el director del Centro de Investigación Regional de Mesoamérica (CIRMA), William Swezey me preguntó respecto del fichero colonial, cuando le expusé los “clavos” que se iban de encontrar a falta de depurar y complementar primero miles de fichas , tentando de recuperar así por lo menos una parte de fichas matrices voladas ; dos años mas tarde sin haber tenido en cuenta mi aviso , el CIRMA proporcionó al AGCA material para copiar el fichero colonial para disquetes que el AGCA solo recientemente ha metido a la disposición de usuarios. En base de ese material pillado con sus miles de errores y omisiones , Enrique Gordillo Castillo del CEUR/Universidad de San Carlos ingresó hace unos pocos años en el sitio de la DIGI de la USAC (http://digi.usac.edu.gt/bvirtual/investigaciones “Inventario General del Archivo General de Centroamérica”) un conjunto arbitrario de fichas de expedientes coloniales, un mero despelote con denominaciones, las veces hasta redoblajes que en parte ni siquiera Pardo y sus colaboradores habían ideado para configurar las fichas guias del fichero colonial, sin señalar a miles de errores de clasificación y a todavía mucho mas errores de catalogación, sin avisar al público de la ratería cometida y sin proporcionar el esquema de clasificación colonial (por las dos partes, por los cuatro y tres ramos respectivos , por secciones y subsecciones) ni el registro completo, de tal manera que a la gente en base de esa basura refrita solamente queda una chueca idea del andamiaje burocrático colonial y del papeleo producido por ella en dos siglos y medio, como hemos elaborado con las limitaciones mencionadas arriba.
A raíz de mis denuncias al recientemente creado Ministerio de Cultura, inicio de 1986 ( que andaba en otro rollo como proyectos arqueológicos vinculados a turismo para hacer plata y agenda indígena) por lo menos se empezó a limpiar varios de los nueve niveles del depósito, donde se había acumulado en tres décadas sobre estanterías , paquetes y legajos de expedientes capas espesas hasta una pulgada de concreciones de humo negro de mas de mil chatarras, buses urbanos, pasando diariamente enfrente del AGCA; también se evacuaron un montón de papeles del sótano que habían sufrido inundación por descuido por el año 1969, pero la ministra Prera Flores se negó de cambiar a una parte del personal, en parte un golpe de gente que había llegado al AGCA con el gobierno de Lucas García, llegando hasta unos treinta y cinco (sub)empleados. Igual negativa de conseguir cambios experimentamos con la comisión de cultura del Congreso de la República debido a la mayoría de miembros diputados oficialistas de la Democracia Cristiana el año de 89 y con la unificación de vacaciones de funcionarios el año anterior , el AGCA quedaba nada menos que siete semanas seguidas cerrado y con otros días festivos etc. casi dos meses al año, sin duda para “ promover “ la Cultura !
Como los usuarios no denunciaban tantas veces la falta de expedientes por ellos solicitados, sean extraviados o traspapelados después de la muerte de Pardo , demonstrandose desde luego que se trataba siempre de documentos que tenían un valor acusado en el mercado y eran los mas buscados por coleccionistas, a excepción del sr. Victor Flores, un vecino del Peten en 1979 en la Prensa Libre y una demanda en 1980 de parte del entonces director Francisco Estrada contra un empleado del AGCA por desfalco de sellos en expedientes coloniales enviada a la Procuraría General de la Nación que “encargó” el caso a otro empleado del AGCA con el resultado que uno se imagina !!, el huebeo seguía tranquilamente durante dos décadas, un secreto a voces en el mundillo burocrático y universitario , según lamenta – todos lo sabíamos - Celso Lara Figueroa, catedrático del CEFOL en LA HORA, jueves 29. de junio de 1995.
En Septiembre de 1988 informé del estado calamitoso de los fondos documentales públicos de Guatemala personalmente al director ejecutivo del Consejo Internacional de Archivos en Paris, cuando Cooperación Española acaba de enviar al archivero del Reino de Galicia, Pedro López Gómez al AGCA para un primer reconocimiento y al año siguiente volvió con dos ayudantes para una misión de cinco meses, impartiendo un cursillo para encargados de archivos administrativos y mejoras del depósito, dejando el mencionado libro-informe, muy deficiente para el fondo colonial y unas recomendaciones para el futuro rescate, según mi criterio insuficientes ya que se necesitan cambios radicales , de fondo y prontos como: 1. Separar el ministerio de Cultura del asunto de archivos, creando un ente autónomo, un 2. “Cuerpo de archiveros, técnicos y auxiliares “ para lanzar el
3. Sistema nacional de archivos, tarea para capacitar con asistencia internacional un número suficiente de personal para clasificar los fondos documentales y rescatar la información histórica
4. Crear un archivo administrativo central ya que la cuantiosa masa documental pública del siglo XX no cabe en el AGCA;
Sólo para llevar a cabo la clasificación del fondo colonial, chequear, complementar y eliminar todavía miles de errores de su catalogación en fichas matrices y de referencia para informatizarlo , exige por lo menos tres años de trabajo para cuatro personas .
Para continuar los trabajos de la Cooperación española, mas que todo para llevar a nivel de listados los fondos republicanos a partir de 1840, tras acuerdo con el Ministerio de Cultura (con participación del personal del depósito del AGCA) el catedrático Ralph Woodward jr. de la Universidad de Tulane, New Orleans envió en 1992 para dos años uno de sus estudiantes de maestría, Todd Little-Siebold al AGCA , mientras su servidor a solicitud del director del AGCA se metía a clasificar varios miles de expedientes coloniales, los mas desbaratados y a recomponer el fichero , otra persona se encargaba de mapas y planos y Stephen Elliott del CIRMA de informática, formando un grupo de trabajo que se reunía de vez en cuando con el director del AGCA y la secretaria para hacer apuntes.
A finales de Junio de 1995 el público chapín se enteró por medio del New York Times del hurto de documentos del AGCA por su director Julio R. Gil Aguilar para venderlos en Nueva York; el Ministerio de Cultura ya había sido avisado por la propia galeria neuvayorquina Swann un año antes, pero ocultó la fechoría según LA HORA de 29. de Junio de 95; una demanda contra Gil, fugitivo durante mas de un año en tierra guanaca , en la fiscalía de delitos administrativos terminó como tantos en impunidad . Para ganar tiempo el Ministerio de Cultura – sólo le faltaba medio año a la administración del presidente Carpio Nicolle - encargó a una “ Comision Normalizadora”, unos siete catedráticos de la USAC y de la Universidad del Valle, todos sin conocimientos en archivística , de elaborar propuestas para remediar el asunto del AGCA; su informe fue entregado al ministro de cultura en Noviembre de 1995 , sin que se haya entendido mas en adelante respecto de su implementación y nota bene sin hacerlo público, lo mismo que había sucedido en 1967 con el informe de la archivera Ma. Teresa de la Peña Marazuela, del Archivo Histórico Nacional de Madrid. Entre la dicha “ Comisión Normalizadora” de un lado y la nueva directora, lic. Mercedes García y dos encargadas del depósito de otro lado surgieron varias desavenencias y ni siquiera se procedía a un simple recuento de unos cincuenta y ocho mil expedientes coloniales del ramo uno , Guatemala/Real Audiencia ,donde mas se habían volado y al fin del año se nombró como nueva directora a la lic. Artemis Torres Valenzuela, catedrática de la Escuela de Historia de la USAC.
La movida , movida política
Con la nueva administración del PAN la cosa en el AGCA se puso de color hormiga tras la llegada en Enero de 96 al Ministerio de Cultura del arquitecto Augusto Vela Mena como ministro y particularmente por la del médico Carlos Zea Flores como su vice , este llevando la agenda del AGCA. Los dos burócratas novatos dejaron al lado todo esfuerzo para averiguar el alcance de ratería cometida durante las tres décadas pasadas, perpetuando así la impunidad y removieron a mediado de marzo siguiente a la recién nombrada directora , que a principio de febrero había convocado a una reunión sobre la situación del AGCA a unos cuantos usuarios, chapines y tres extranjeros, yo incluido, en la que volví a insistir en cambios personales, organizativos y financieros de acuerdo con el compromiso de Guatemala con la UNESCO , tras una intriga de dos encargadas del depósito, Ana Carla Ericastilla y Alma Margarita García López , con el fin de llevar al AGCA al ex- director de la Escuela de Historia/USAC (“una vaina”, opinión de docentes de la propia USAC), conocido de Zea Flores desde por lo menos unos veinte cinco años, Julio Galicia Díaz, un viejote sin bagaje para su nuevo cargo como sus predecesores desde 1964, según Prensa Libre para mejor “representar” el AGCA , citando una fuente del Ministerio de Cultura.
Galicia, azuzado por dichas empleadas y otras mas en seguida , iba perjudicar a los usuarios donde podía y pasado unos veinte días ya nos quitó dos días y medio de trabajo y permitía al personal de llegar en la mañana mas tarde al trabajo, de manera que se perdía entre media hora y una hora de consulta cada día útil; no iban pasar tres semanas que Galicia nos quitaba una mañana o una tarde o un día entero con cualquier pretexto, meramente para fregar a los usuarios y a mi en particular por mis denuncias reiteradas como ya unos años antes en el matutino SIGLO XXI, lunes 10 de Junio de 1991, pag. 43.
A poco tiempo nos quitó una máquina de escribir de la sala de lectura, para corregir, complementar fichas o hacer de nuevo fichas pilladas del fichero; reclamando al ministerio de reponerla, el viceministro Zea Flores, picado se negó de tratar del asunto como que su despacho fuera su finca! Como las encargadas del depósito en meses no habían chequeado, complementado y corregido unas treinta fichas mal elaboradas y/o incompletas, localizadas por su servidor, para reintegrarlas en el fichero , las solicité del director, quien se negó de entregarlas y tampoco me permitía registrar unos cincuenta libros de protocolos coloniales de la ciudad de Santiago que habíamos encontrado tirados en el suelo en un cuarto del AGCA con otros papeles; meses después el lic. Juan J. Falla ya no encontró dos de eses libros de protocolos , del escribano público Pedro de Valles Quexo para sus Extractos...
El Ministerio de Cultura seguía en sus trece y por colmo permitía a Galicia de estorbarme en mi trabajo, paralelo a mi investigación, quitando de fichas errores, complementando elementos o elaborando fichas nuevas en sustitución de extraviadas, regañandome este de “manchar” fichas! El mismo persistía descaradamente con el personal del depósito con no denunciar expedientes extraviados , solicitados por usuarios, por mi personalmente denunciado al ministro Vela Mena en dos ocasiones, llamándole la atención de la situación crítica de cuantiosa masa documental , quien me prometió de ocuparse del asunto, promesa simplemente olvidada; lo mismo sucedió con la colección de impresos, percatándose Galicia y unas empleadas de extravíos de periódicos etc. de la primera mitad del siglo XIX, sin remover y enjuiciar al encargado, un joven metido aí en 1995; pocos años después la dra. Catalina Barrios Barrios constataba la falta de tantos impresos para su historia del periodismo.
Finalmente Galicia Díaz, tal un perro hortelano, me impidió de llevar a cabo de revisar y corregir las fichas referente a los legajos 255 al 289 del ramo dos, capitanía general, parte Guatemala/Real Audiencia , unos mil juicios criminales y entre ellos unos cuantos juicios de veras del fuero militar , cuya catalogación/fichas matrices muy probablemente serían en un alto porcentaje equivocado como eran las dos terceras partes de tres mil fichas matrices, correspondientes a tantos expedientes/juicios etc. de los 130 legajos anteriores al legajo 255 , para frustarme y implicitamente a otros usuarios de elaborar el esquema completo de la clasificación colonial y un catálogo sumario corregido. Exegí al Ministerio de Cultura de remover al director, un mero estorbo y como el ministerio mantenía a Galicia , llevé el asunto del AGCA fin de enero 97 a la comisión de Cultura del Congreso de la República, cuyo presidente era un diputado oficialista del PAN para Sololà, De León Corzo; unos diez días mas tarde hubo una reunión del diputado con funcionarios del Ministerio de Cultura y del AGCA y en ella se tramó una movida contra mi persona ; una funcionaria, la lic.Edna Nuñez Rodas, ex- colega de Galicia en la USAC y amiga del viceministro Zea Flores, me acusó poco después en la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) de “ dañar” documentos del AGCA, organismo que me acusó en tal sentido a hurtadillas - como la inquisición - en concepto brumoso de “derechos sociales”, con la prepotencia de meter su hocico en cualquier asunto, no obstante su falta de preparación y que típicamente nunca antes se había movilizado respecto a tal patrimonio, como en el caso de Gil Aguilar o mas tarde cuando se “descubrió” el archivo de la Policía, otro rastro donde se habían metido hasta murciélagos; la tal PDH ni demandó por tal situación y particularmente por miles de expedientes ya extraviados al Ministerio de Gobernación y a la propia Policía, ni al director del AGCA, responsable de velar de los archivos públicos; mas bien la PDH solicitó en el extranjero plata para rescatarlo, tarea que incumbe por ley al ministerio de Cultura /AGCA y como fuera de Guatemala las veces no se sabe de la repartición de tareas burocráticas chapínes , la sueltan.
Como el diputado De Leon Corzo se negaba de reunir la comisión de Cultura para tratar el asunto del AGCA, su tarea en la movida para proteger a los responsables del ministerio de Cultura, solicité a diputados de otros partidos políticos, miembros de la comisión de Cultura de obligarlo de convocarla, lo que sólo se consiguió principio de noviembre de 97, seis semanas después de haberme metido preso durante una semana tras una movida política de una rosca de
(1) funcionarios del Ministerio de Cultura, mas que todo el vice Zea Flores, cuya presunción no conocía límites, muy molestos de mis exigencias y de haber traído el asunto al foro político y el director Galicia Díaz, criatura de Zea Flores y empleadas del AGCA resentidas por el trabajo causado por mis denuncias durante mas de una década , acusándome de haber “dañado” el patrimonio cultural, como unos integrantes del Consejo Consultivo del propio archivo, proveniente en parte de otras instituciones como del periodismo , una instancia carente de preparación al respecto.
unos universitarios de la USAC , idiotas útiles para los apparatschiks del ministerio de Cultura como Eduardo Velásquez Carrera, un economista que se creía diablos no sé qué, difamándome dos días antes de meterme preso , en su columna habitual en SIGLO XXI , 23. de setiembre 1997 , refiriéndose a su colega de trabajo en el CEUR , Enrique Gordillo Castillo, cédula de vecindad A – 1 568287 , un tipo acomplejado, que ni m...sabía de archivística, ex – estudiante de la Escuela de Historia que solo unos meses antes había retachado de E.E.U.U., como a una persona entendida en la cuestión .Desde luego uno se pregunta : ? de donde sacó Gordillo tiempo para cotejar miles de expedientes con miles de fichas, mi labor de señalar/reducir miles de errores de clasificación y de catalogación colonial durante mas de una década ? Basta leerse su ridículo artículo en LA HORA del 29. de Septiembre de 97 , poniéndose de “patriota”, hasta pretender que yo había “destruido” el fichero, para darse cuenta de su sucio procedimiento ..
la dicha PDH con colusión del (4) MP, fiscalía 18 , (5) de la jueza Lucy de Salazar del juzgado once penal y (6) el tal diputado De Leon Corzo : Todas esas hierbas involucradas en la movida política no tenían ni pajolera noción de archivística, específicamente de los criterios de clasificación del fondo colonial ; ni siquiera sabían definir lo que es un archivo, también evidente en la demanda en base de artículos 44 y 51 de la ley del patrimonio cultural 26 - 97 contra mi, firmada por un arqueólogo, el entonces director del Instituto de Antropología e Historia, Juan António Valdéz Gómez, un mamarracho de imbecilidades y mentiras burdas, como de acusarme de haber “sustraido” documentos, sin especificarlos, denunciado en mi artículo en LA HORA del 17. de Octubre de 97 con un listado, un muestreo de expedientes hueviados del AGCA , otra ocasión perdida de despertar a la inoperante Procuraduría General de la Nación.
Para entonces yo había consultado en el AGCA durante mas de una década hasta ocho mil expedientes coloniales como centenas de libros de protocolos, Reales Cédulas y Reales Provisiones , miles de juicios y mortuales además de expedientes de tierras, probanzas, papeles del Real Patronato y de la Real Hacienda , para un conjunto de trabajos sobre gente africana, castas , economía , inmigración , notariado y arte durante los siglos XVI y XVII y había clasificado hasta cuarenta mil hojas de expedientes desbaratados de la colonia y de la federación, dejado al lado por Pardo. .
La fiscalia 18 del MP desistió en diciembre 97 del procedimiento contra mi persona sin aducir argumento, con tal que el Ministerio de Cultura se buscó otro fiscal para llegar a debate, consentido por la juez , pero cancelado por el Tribunal de Sentencia que falló contra ella, declarando tal procedimiento como ilegal, pasando el expediente al Juzgado segundo penal que falló en febrero de 99 contra mis detractores, sobreseyendo el juício por considerar infundado las acusaciones y de ser mi trabajo anterior a tal ley del patrimonio cultural 26 – 97 , pero sin expresarse nota bene sobre el pretendido daño, fiel a su prática jurídica de formalismos y de evadir lo esencial; a pesar del fallo ya no podía seguir investigando en el AGCA por disposición – illegal - de la camarilla del ministerio de Cultura, temerosa de enterarme de otras fechorías cometidas en el AGCA . En seguida demandé a cuatro integrantes de la movida en el Juzgado de Corrupción que rechazó mi demanda por un formalismo ajeno a ella; apelando al Tribunal duodécimo de Apelación, este rechazó mi apelación C 516 – 2001 , pretextando de “no entender” la !! ; en Junio de 2002 demandé los mismos en la fiscalía 27 (hoy agencia 8) del MP, exp. 55.732 -02, una demanda por calumnia, difamación y injuria y una denuncia por incuria, abandono , (por tolerar) robos y hurtos y (por permitir de) lucrar con documentos del AGCA, omisión de denuncia, despilfarro en sinecuras , resultando en perdidas de información histórica , que tal fiscalía no tramitó en cinco meses, trasladandose una copia de mi demanda/denuncia en noviembre de 2002 a la fiscalía del Patrimonio Cultural en Antigua, cuya fiscal Claudia González no le dio tramité durante otros cinco meses, con pretexto de “no entenderla” como verbalmente me dijo al teléfono , mientras la demanda se descaminó con colusión de la fiscalía 27 y de mi denuncia desaparecía una parte ; ni la entidad del MP de dar seguimiento a los expedientes ni el fiscal general procedía contra los fiscales responsables, un caso mas que evidencia que burócratas del turno siguen de servirse del MP como arma política .
Por fin se llevó mi demanda/denuncia al Juzgado quinto penal, fallando su juez Herrera Rios que mi querella no correspondía al código penal y sí al civil, sentencia peregrina , sin fundamento, siendo los delitos de injuria, difamación y calumnia especificado en el Código Penal §159, §161 y §164 y los delitos denunciados, cometidos contra el patrimonio cultural igual , además sin prescribir. Con tal sentencia sólo se quiso favorecer a los encartados, gente “enchufada” y perjudicar a la parte demandante, incluso económicamente. Apelé a la Corte Suprema de Justicia, que finalmente rechazó mi apelación, que no causa sorpresa , considerado el modus operandi de tal organismo con la rotación de jueces , principalmente por el tinte político. Mi demanda con referencia al “ protocolo de San Salvador” se envió después a la Comisión Interamericana de D.D.H.H. de la OEA en Washington que requería mas detalles , solicitud que no se me comunicó en 2007 , quedando el tramite todavía pendiente.
Gracias a esa movida política no sólo perdí unos catorce años de investigación, de 1983 a 1997 en Guatemala, México y otros países del istmo con otros tantos años al no tener acceso al AGCA, por una gavilla de sinverguenzas y delincuentes, mero estorbo, cometiendo cualquier cochinada/choteo para mantenerse en su chamba y para continuar sus fechorías , considerando el patrimonio cultural como botín burocrático, chingando al usuario, violando el convenio con la UNESCO, parte de las “políticas (polacas) culturales” del Ministerio de Cultura.
Franz Binder, investigador de historia, Austria Mayo de 2011